El aperitivo no es solo una tradición. Es una señal de identidad, una manera de socializar y, en muchos casos, un ritual con peso cultural. Desde la copa de vermut en una terraza madrileña hasta el spritz en un campo veneciano, el aperitivo ha pasado de ser un hábito funcional a convertirse en un momento de valor gastronómico y emocional.
Pero… ¿de dónde viene? ¿Qué lo hizo evolucionar hasta lo que hoy entendemos como “hacer el aperitivo”? Y, sobre todo, ¿cómo puede un local aprovechar este legado para atraer y fidelizar clientes?
De medicina a costumbre social
La palabra “aperitivo” viene del latín aperire, que significa “abrir”. En sus orígenes, el aperitivo era una bebida amarga o aromática destinada a abrir el apetito, usada con fines medicinales.
En el siglo XVIII, monjes y boticarios de toda Europa elaboraban tónicos con hierbas, raíces, vino y licores. Algunas de esas fórmulas evolucionaron hasta convertirse en vermuts, amaros, bitters y licores digestivos que hoy son parte clave del repertorio de barra.
Francia e Italia: los grandes impulsores
En Francia
Durante el siglo XIX, el consumo de vino blanco con un toque de licor se popularizó como bebida de media tarde. En ciudades como Lyon y París, se instauró el hábito de acompañarlo con aceitunas, quesos o encurtidos.
La aparición de bebidas como Dubonnet, Byrrh o Lillet consolidó la costumbre del apéritif como una experiencia social elegante.
En Italia
Fue en Turín donde el vermut empezó a servirse de forma ritual, acompañado de snacks y servido en cafés. A finales del XIX, empresas como Carpano, Cinzano y Martini & Rossi expandieron el vermut por toda Europa.
El aperitivo italiano evolucionó hacia un modelo más abundante: buffet de pequeños bocados fríos, cócteles sencillos, consumo antes de la cena. Así nació el aperitivo moderno.
💡 Curiosidad: el spritz tiene origen austrohúngaro, cuando soldados añadían agua con gas al vino italiano por resultarles muy fuerte.
España: vermut, caña y algo de picar
En España, el aperitivo se asentó como un ritual de mediodía, sobre todo en domingos y festivos. La caña bien tirada, el vermut casero, la tapa de ensaladilla o la gilda... forman parte de un patrimonio cultural muy marcado por la vida en la calle.
La tradición evolucionó poco hasta que, en los últimos 10 años, la revalorización del vermut, el boom de la coctelería y el diseño de cartas de aperitivos gourmet han llevado la costumbre a un nuevo nivel experiencial.
De hábito funcional a arte líquido
Hoy el aperitivo ya no es solo beber algo “para abrir boca”. Es una ocasión para:
✔ Probar cócteles bajos en alcohol
✔ Descubrir nuevos productos: vermuts artesanos, amaros, vinos infusionados
✔ Explorar maridajes con conservas, embutidos o propuestas veganas
✔ Ofrecer una experiencia que mezcla sabor, diseño y atmósfera
¿Cómo puede aprovecharlo un local?
- Ten una carta de aperitivos clara y original.
Incluye al menos 3 opciones bajas en alcohol, vermuts de autor y algún cóctel amargo o herbal. - Ofrece acompañamientos no obligatorios, pero tentadores.
Gildas, chips artesanas, queso curado, pan de masa madre... - Cuida el ritual de servicio.
Hielo perfecto, cristalería adecuada, decoración simple y aroma presente. - Conecta con la hora del día.
Entre las 12 h y las 14 h y entre las 18 h y las 20 h es cuando mejor funciona. - Hazlo parte de tu identidad.
Una buena sección de aperitivos puede diferenciar tu carta y fidelizar clientes.
Entender la historia del aperitivo te permite reinterpretarla con estilo propio.
Ya no se trata solo de “tomar algo antes de comer”, sino de ofrecer una experiencia breve, cuidada y con carácter.
Porque cuando un cliente disfruta un buen aperitivo en tu local, probablemente quiera repetir… incluso antes de comer.
La historia del aperitivo en Europa