En hostelería, entender los formatos de lata es esencial para calcular costes, estandarizar raciones y comunicar correctamente el valor al cliente. Detrás de siglas como RR-125, OL-120 o RO-280 hay diferencias reales en tamaño, peso neto y escurrido que impactan directamente en el margen y la percepción del producto.
Qué significan las siglas
- RR, OL y RO son códigos industriales que hacen referencia a la forma y capacidad del envase:
- RR → redonda recta.
- OL → ovalada.
- RO → redonda oblonga (más ancha y baja).
- El número indica la capacidad total en mililitros aproximados.
Por ejemplo, una RR-125 es una lata redonda de 125 ml, mientras que una RO-280 tiene casi el doble de capacidad y suele usarse para formatos de degustación o producto premium.
Peso neto vs peso escurrido
La diferencia entre ambos es crítica:
- Peso neto: producto + líquido de cobertura.
- Peso escurrido: solo el producto sólido (lo que realmente se sirve).
Ejemplo práctico:
Una lata de mejillones RR-125 puede tener 115 g netos y 80 g escurridos.
Si el precio de compra es 2,80 €, el coste por gramo escurrido sería 0,035 €/g.
Uso por formato en hostelería
| Formato | Gramaje escurrido medio | Ideal para | Presentación | Precio medio carta* |
| RR-125 | 70–85 g | Tapas individuales o degustaciones | En su lata o plato pequeño | 4,5–6,0 € |
| OL-120 | 90–100 g | Compartir o tapa doble | En plato plano con pan y limón | 6,5–8,0 € |
| RO-280 | 180–200 g | Ración completa o degustación premium | En fuente o tabla mixta | 10–14 € |
*Precios orientativos en carta de bar o gastrobar con margen estándar del 70–75 %.
Cómo comunicar valor al cliente
- Destaca el origen y formato (“Conserva gallega RR-125 servida en su lata original”).
- Explica el concepto de ración gourmet (“producto artesanal, escurrido y servido listo para compartir”).
- Añade la equivalencia visual: “6–8 piezas grandes por lata”.
Estas pequeñas aclaraciones legitiman el precio y refuerzan la percepción de producto premium.

Saber leer y usar los formatos de lata permite controlar costes, estandarizar raciones y comunicar valor real. No se trata solo de vender conservas, sino de contar bien qué se sirve, cuánto pesa y por qué vale lo que vale.
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