Cocina a fuego vivo

maridajes potentes para sabores intensos
28 de mayo de 2025 por
Cocina a fuego vivo
Reyes Grupo Horeca SLU, Leonardo Selaya Messías

La cocina a fuego vivo se ha convertido en una de las grandes protagonistas de la gastronomía contemporánea. Más allá de su potencia visual, conecta con algo esencial: el origen del sabor. Cocinar con llama directa no es solo una técnica antigua, es una manera de devolverle protagonismo al producto, al humo, al crujido y al tiempo.

Hoy, cada vez más restaurantes apuestan por la leña, el carbón, el asado y el ahumado no solo por estética, sino por identidad. Y con esa identidad llega la oportunidad de construir maridajes valientes, sabrosos y con carácter.

El maridaje cambia cuando el sabor viene del fuego

La textura que deja la brasa es inconfundible. La piel de un pescado, los azúcares caramelizados de una cebolla o la grasa crujiente de un costillar cambian las reglas del juego. Y lo mismo debe suceder con la bebida. Donde hay intensidad, hace falta equilibrio. Donde hay humo, se necesita frescura o estructura.

Una cerveza ácida puede elevar una pieza de panceta; un vino blanco con barrica puede abrazar la corteza de un queso asado; un whisky especiado puede ser el cierre perfecto para una verdura braseada con mantequilla.

Más allá del vino: cócteles con alma y destilados con historia

La coctelería también ha encontrado en el fuego una fuente de inspiración. Ya no se trata solo de acompañar, sino de formar parte del proceso. Hay bares que infusionan cócteles con ingredientes asados, que flamean cítricos o que preparan siropes tostados sobre la parrilla.

Un mezcal con piña a la brasa, un ron oscuro con bitter ahumado, un vermut con piel de naranja quemada. Cada sorbo habla el mismo idioma que la cocina: el del producto transformado por el fuego.

Ambiente, emoción y narrativa

La cocina a fuego vivo no solo se saborea, también se escucha y se huele. Y ese espectáculo genera una experiencia distinta. Más sensorial, más envolvente, más real. Por eso, los maridajes ideales para este tipo de cocina no deben limitarse a etiquetas clásicas. Deben acompañar esa narrativa con igual fuerza.

No hay lugar para bebidas tímidas. Hay que apostar por aquellas que emocionan: jereces secos, vinos de crianza biológica, cervezas de fermentación mixta, destilados con notas tostadas, cócteles estructurados y bien equilibrados.

Una oportunidad para la hostelería valiente

Incluir cocina a fuego vivo en una carta no es una tendencia vacía, es una decisión estratégica. Y ofrecer maridajes que estén a la altura es una forma de diferenciarse. No basta con tener buenos platos. Hay que saber contar una historia coherente desde la brasa hasta la copa.

Aquellos locales que comprendan este lenguaje —y lo traduzcan en propuestas líquidas memorables— no solo mejorarán la experiencia del cliente, sino que aumentarán el ticket medio, el recuerdo y la fidelización

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