Un menú no es solo una lista de platos. Es la primera herramienta de comunicación con el cliente y, cuando se diseña mal, puede convertirse en una barrera. Hoy, más que nunca, la accesibilidad en hostelería es un factor clave: no se trata solo de cumplir normativas, sino de facilitar la experiencia de todos los clientes, incluidos aquellos con dificultades visuales o con necesidades alimentarias específicas.
Legibilidad: claridad ante todo
La base de un menú accesible está en cómo se lee. Una tipografía decorativa puede ser atractiva, pero si es difícil de descifrar en un bar con poca luz, genera frustración.
Buenas prácticas:
- Usar tipografías sans serif (claras y limpias).
- Tamaño mínimo de 12–14 pt en carta impresa.
- Evitar mayúsculas en bloque: dificultan la lectura prolongada.
- Dejar espacio suficiente entre líneas y párrafos para no saturar la vista.
Ejemplo real: un restaurante de Madrid duplicó el tamaño de letra de su carta y organizó el contenido en columnas con espacio en blanco. El feedback de los clientes fue inmediato: “por fin se lee sin esfuerzo”.
Contraste y color: la diferencia está en los detalles
El contraste entre texto y fondo determina la facilidad de lectura. Un gris claro sobre fondo blanco puede parecer elegante, pero es ilegible para muchas personas.
Buenas prácticas:
- Texto oscuro sobre fondo claro o viceversa.
- Evitar combinaciones problemáticas (rojo-verde, azul-morado) que generan confusión en personas con daltonismo.
- Usar iconografía simple y reconocible, acompañada siempre de texto.
En algunos locales, incluir menús digitales con modo oscuro o con opción de aumentar tamaño de letra ha sido un acierto para mejorar la accesibilidad.
Declaración clara de alérgenos
La normativa europea obliga a informar sobre los 14 alérgenos principales. Pero más allá del requisito legal, hacerlo de manera clara y visible evita malentendidos y transmite confianza.
Buenas prácticas:
- Usar símbolos estandarizados junto a cada plato (gluten, huevo, pescado, frutos secos…).
- Incluir un recuadro con explicación de los iconos al inicio o final del menú.
- Mantener la información actualizada: un plato que cambia de guarnición puede pasar de seguro a contener alérgenos.
Ejemplo práctico: una taberna que añadió iconos de alérgenos en color contrastado junto a cada plato no solo evitó confusiones, también redujo las preguntas constantes al camarero en hora punta.
Un menú accesible no requiere una gran inversión: solo criterio y cuidado. Tipografía clara, buen contraste y declaraciones de alérgenos visibles son tres pasos sencillos que marcan la diferencia en la experiencia del cliente. Recuerda: la accesibilidad no es un añadido, es parte del servicio de calidad que fideliza y genera confianza.
Menú accesible