Una carta más corta puede vender más (si sabes cómo recortarla)
Muchos bares y restaurantes caen en la trampa de tener cartas interminables. Porque pensamos que más opciones significan más ventas. Pero no siempre es así.
Una carta extensa puede saturar, confundir y frenar la decisión de compra. Y lo más importante: una carta larga muchas veces encierra productos que no se venden, que complican la operativa o que bajan tu rentabilidad.
Así que aquí va la pregunta clave: si tuvieras que reducir tu carta de bebidas a la mitad, ¿qué eliminarías?
Por qué deberías hacer el ejercicio de recortar (aunque no la reduzcas)
Hacer el ejercicio de decidir qué quitar te obliga a entender qué vendes, qué no y por qué. Esta reflexión te ayuda a:
- Detectar productos que solo ocupan espacio (y stock).
- Encontrar bebidas que nadie recomienda ni pide.
- Identificar propuestas que reducen tu margen.
- Revisar si estás comunicando bien lo que ofreces.
Y lo más valioso: te ayuda a que cada producto de la carta tenga un motivo real para estar allí.
Claves para decidir qué eliminar
1. Lo que no rota en semanas, sobra
Coge tus ventas del último mes y marca qué productos no se han movido. Da igual si es un cóctel muy bonito o un destilado premium. Si no se vende, probablemente no tiene sentido seguir comprándolo.
💡 Ejemplo real: Un bar en Valencia detectó que en 30 días no se había pedido ni una vez su cóctel “Amanecer Thai”, con sirope de jengibre, chile y vodka infusionado. Aunque gustaba al equipo, ocupaba stock, espacio y no generaba ventas.
2. Lo que no sabes explicar, no se vende
Si tu equipo no sabe describir un producto en menos de 10 segundos, no lo va a recomendar. Y si no lo recomienda, no sale. Así de simple.
Revisa tu carta y pregúntate: ¿este cóctel, este vino, esta ginebra… el cliente la entendería? ¿El camarero la sugeriría?
3. Lo que compite con tu estrella, te resta
Si tienes tres Margaritas en carta, una acabará canibalizando a la otra. Y al final, ninguna destacará. Mejor tener una opción potente, clara y rentable, y ofrecer variantes como personalización (“¿la quieres spicy?”) en lugar de dividir el foco.
4. Lo que no genera margen, estorba
A veces mantenemos productos por cariño o por imagen. Pero si no dejan margen, ocupan stock, tiempo y personal. Revisa coste por unidad, precio de venta y dificultad de producción. Si un cóctel te cuesta mucho preparar y te deja poco beneficio, está haciendo perder dinero a la carta.
Cómo aplicar este filtro sin dañar tu identidad
Reducir la carta no significa perder personalidad. Al contrario: te obliga a afinarla.
Quédate con:
- Lo que vendes.
- Lo que sabes explicar.
- Lo que genera beneficio.
- Lo que representa tu estilo y tu cliente real.
Y no olvides comunicar bien los cambios. Puedes convertirlo en oportunidad:
“¡Nueva carta! Más clara, más directa y con lo mejor de lo que realmente gusta.”
Hacer el ejercicio de reducir tu carta es un filtro estratégico. No tienes por qué quitar productos mañana, pero sí debes saber cuáles sobran y por qué.
Una carta más corta puede vender más. Porque cada bebida tiene una función, una historia y un equipo que sabe venderla. Haz el ejercicio. Elimina sin miedo. Y verás cómo tu operativa mejora y tus ventas también.
Qué producto eliminarías de tu carta si tuvieras que reducirla a la mitad