Elegir un vino puede parecer una tarea intimidante si no eres sommelier. Pero en la mayoría de bares y restaurantes, no hace falta saber de enología para acertar con el cliente.
Lo importante es tener criterio, manejar un par de recursos sencillos y conocer tu carta. Este artículo te ayudará a recomendar vinos con seguridad, aunque no seas experto.
Conoce lo que vendes: el 20% que marca la diferencia
No necesitas memorizar 30 referencias. Basta con tener claras 5 cosas de cada vino que ofreces:
- Tipo: tinto, blanco, rosado, espumoso...
- Zona de origen (ej. Rioja, Rías Baixas, Ribera del Duero)
- Uva principal (tempranillo, albariño, mencía…)
- Cuerpo (ligero, medio, potente)
- Estilo: joven, crianza, afrutado, mineral, etc.
🔍 Consejo: pregunta al distribuidor o apunta una breve descripción en tu libreta o TPV. Dos líneas bien pensadas ayudan más que un discurso largo.
Haz preguntas al cliente (y escucha bien)
No se trata de soltar una lista de vinos, sino de guiar al cliente con preguntas útiles. Algunas que funcionan:
- ¿Qué tipo de vino os gusta normalmente? ¿Tinto o blanco?
- ¿Queréis algo más suave o con cuerpo?
- ¿Os apetece algo fresco para empezar?
A partir de ahí, puedes reducir opciones y ofrecer una o dos sugerencias. Si no sabes, di:
“Este es uno de los más pedidos por quienes buscan algo afrutado y fácil de beber.”
Usa maridajes como apoyo
No hace falta hablar de taninos ni acidez. Habla de armonías básicas:
- “Este blanco va muy bien con pescados o ensaladas.”
- “Si vais a pedir carne, este tinto encaja muy bien.”
- “Es un vino fresco, ideal para tomar sin comida.”
Si conoces tu carta de cocina, puedes asociar cada vino a 1-2 platos clave. Esto da seguridad al cliente y mejora la experiencia.
Evita frases vacías o técnicas
Frases como “vino redondo”, “con persistencia media” o “con paso largo en boca” no ayudan si no sabes explicarlas.
En cambio, funciona mucho mejor decir:
- “Tiene un sabor fácil, entra solo.”
- “Es un vino suave, perfecto para empezar.”
- “Si os gusta algo con más fuerza, este es más intenso.”
Lenguaje directo, visual y cotidiano. Así fidelizas.
Y si dudas… dilo con honestidad
La mejor respuesta cuando no lo sabes todo:
“No soy experto en vinos, pero este se pide mucho y suele gustar.”
Esa honestidad, acompañada de ganas de ayudar, transmite más confianza que aparentar.
Ser camarero o camarera no implica ser sommelier. Pero con curiosidad, empatía y unas claves básicas puedes recomendar vinos de forma eficaz, aumentar el ticket medio y mejorar la experiencia del cliente.
No es saber de vinos. Es saber de personas.
Cómo recomendar vinos sin ser experto