Las catas internas son una herramienta clave para formar al personal en el conocimiento del producto. Sin embargo, en muchos bares y restaurantes se desaprovechan por fallos comunes que distorsionan los resultados y generan confusión más que aprendizaje.
Error 1: No tener un objetivo claro
Una cata sin propósito se convierte en una charla. Cada sesión debe tener una meta concreta: comparar estilos, entrenar el olfato, detectar defectos o reforzar la venta.
Solución: define una ficha o pauta antes de empezar. Ejemplo: “Hoy comparamos tres vermuts para identificar diferencias de dulzor y amargor”.
Error 2: Catas demasiado largas
Tras el quinto producto, el paladar se satura y la atención cae.
Solución: máximo 4 referencias por sesión. Mejor 20 minutos intensos que una hora dispersa.
Error 3: No controlar el orden de cata
Probar sin criterio arruina la percepción.
Solución: sigue un orden lógico:
- De menor a mayor intensidad.
- De seco a dulce.
- De menor graduación a mayor.
Error 4: Falta de limpieza sensorial
Restos de perfume, comida o café alteran la percepción.
Solución: pide neutralidad: sin perfume, sin fumar y sin comer antes. Ofrece pan neutro o agua entre muestras.
Error 5: Convertir la cata en debate subjetivo
“Este me gusta más” no aporta información.
Solución: orienta las respuestas con parámetros concretos: aroma, textura, equilibrio y persistencia.
Error 6: No conectar la cata con la venta
Probar por probar no genera valor.
Solución: al final de la sesión, resume con una frase comercial útil:
“Este vermut combina bien con conservas saladas.”
“Este ron, con hielo grande y copa baja, es perfecto para servicio rápido.”

Una cata bien dirigida no busca paladares expertos, sino equipos coherentes. Entrenar al personal en análisis sensorial es enseñarles a explicar lo que sienten con criterio. Eso convierte la formación en una herramienta real de venta y fidelización.
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