Una carta bien pensada no es solo una lista de platos y bebidas. Es una herramienta comercial. Influye en lo que el cliente pide, en lo que repite y en lo que tú ganas. Y sin embargo, muchas cartas están hechas con prisas, sin estrategia ni criterio. Resultado: productos que no se venden, márgenes perdidos y una experiencia de cliente confusa.
Aquí te damos 5 claves para diseñar una carta coherente, rentable y alineada con tu negocio.
1. Menos es más (y mejor)
Tener demasiadas opciones abruma. Un cliente indeciso es un cliente que pide lo de siempre. Además, una carta extensa complica el trabajo en cocina, encarece el stock y reduce la rotación de producto.
Lo ideal:
- Entre 6 y 8 cócteles.
- No más de 4-5 opciones por categoría (cervezas, destilados, vinos por copa).
- Ofrecer alternativas sin alcohol bien visibles.
Ejemplo: si tienes 4 tipos de gin-tonic, asegúrate de que cada uno tenga una personalidad clara. Si se parecen demasiado, sobran.
2. Diseña pensando en lo que más te interesa vender
La carta debe guiar al cliente hacia tus productos más rentables. Para eso, el diseño y el orden son clave.
Coloca esos productos en la parte superior o central de cada sección. Usa marcos, iconos o descripciones atractivas para destacarlos. No siempre lo más caro deja más margen. Prioriza lo que tenga buena rotación y coste controlado.
Consejo práctico:
Crea una sección destacada tipo “Lo más pedido” o “Recomendado por la casa”. Así ayudas a decidir sin presión.
3. Coherencia con tu identidad
Tu carta debe hablar el mismo idioma que tu local. Si tienes un bar tropical, no tiene sentido ofrecer un whisky japonés de 30 €. Si eres un restaurante tradicional, no metas cócteles de nitrógeno líquido.
El diseño gráfico, los nombres de los platos, el tono de las descripciones… Todo debe contar la misma historia.
Una carta coherente transmite confianza. Y cuando hay confianza, el cliente se atreve a probar algo nuevo.
4. No te olvides de los costes
Muchos negocios fijan precios “a ojo” o por comparación con la competencia. Error. Cada ítem debe tener un escandallo actualizado y su precio calculado con margen objetivo.
Revisa cada 3-4 meses:
- Coste por ración o cóctel.
- Rentabilidad por categoría.
- Rotación de cada referencia.
Si algo no se vende o no deja margen, no merece estar en la carta.
5. Actualiza según temporada y datos reales
No necesitas cambiar la carta cada mes. Pero sí debes ajustarla en función de la temporada y del comportamiento de tus clientes.
¿Se venden más cócteles frescos en verano? ¿Tu cliente pide más vino por copa entre semana? ¿Hay una cerveza que no rota?
Apóyate en tu TPV o en tu equipo para tomar decisiones con datos. La intuición ayuda, pero no sustituye al análisis.
Una carta rentable y coherente no se improvisa. Se construye con intención, análisis y cuidado por los detalles. Es tu escaparate, tu guión de venta y la primera impresión que das.
Revisa, ajusta y prueba. Y recuerda: a veces, cambiar tres líneas en una carta mejora más la caja que abrir una hora más.
Cómo diseñar una carta rentable y coherente en hostelería